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lunes, 25 de febrero de 2008

Acerca de nada - ISSAC ASIMOV

Acerca de nada
Isaac Asimov


Toda la Tierra aguardaba a que el pequeño agujero negro la arrastrara hasta su
fin. Había sido descubierto por el profesor Jerome Hieronymus a través del
telescopio lunar en 2125, y a todas luces iba a acercarse lo suficiente como para
crear una marea de destrucción total.

Toda la Tierra hizo testamento, y la gente lloró, los unos en los hombros de los
otros, diciéndose «Adiós, adiós, adiós». Los maridos dijeron adiós a sus mujeres,
los hermanos dijeron adiós a sus hermanas, los padres dijeron adiós a sus hijos,
los amos dijeron adiós a sus animalitos de compañía, y los amantes se susurraron
adiós al oído.

Sin embargo, a medida que el agujero negro se acercaba, Hieronymus notó que
no había efecto gravitatorio. Lo estudió más atentamente y anunció, con una risita,
que después de todo no se trataba en absoluto de un agujero negro.

-No es nada -dijo-. Simplemente un asteroide vulgar al que alguien pintó de negro.

Fue muerto por una multitud enfurecida, pero no por eso. Fue muerto tan sólo
después de que anunciara públicamente que iba a escribir una gran y
emocionante obra acerca del episodio.

Dijo:

-La titularé Mucho adiós acerca de nada.

Toda la humanidad aplaudió su muerte.

Cómo Ocurrió - ISSAC ASIMOV

Cómo Ocurrió
Isaac Asimov



Mi hermano empezó a dictar en su mejor estilo oratorio, ese que hace que las
tribus se queden aleladas ante sus palabras.

-En el principio -dijo-, exactamente hace quince mil doscientos millones de años,
hubo una gran explosión, y el universo...

Pero yo había dejado de escribir.

-¿Hace quince mil doscientos millones de años? -pregunté, incrédulo.

-Exactamente -dijo-. Estoy inspirado.

-No pongo en duda tu inspiración -aseguré. (Era mejor que no lo hiciera. Él es tres
años más joven que yo, pero jamás he intentado poner en duda su inspiración.

Nadie más lo hace tampoco, o de otro modo las cosas se ponen feas.)-. Pero ¿vas
a contar la historia de la Creación a lo largo de un período de más de quince mil
millones de años?

-Tengo que hacerlo. Ese es el tiempo que llevó. Lo tengo todo aquí dentro -dijo,
palmeándose la frente-, y procede de la más alta autoridad.

Para entonces yo había dejado el estilo sobre la mesa.

-¿Sabes cuál es el precio del papiro? -dije.

-¿Qué?
(Puede que esté inspirado, pero he notado con frecuencia que su inspiración no
incluye asuntos tan sórdidos como el precio del papiro.)

-Supongamos que describes un millón de años de acontecimientos en cada rollo
de papiro. Eso significa que vas a tener que llenar quince mil rollos. Tendrás que
hablar mucho para llenarlos, y sabes que empiezas a tartamudear al poco rato. Yo
tendré que escribir lo bastante como para llenarlos, y los dedos se me acabarían
cayendo. Además, aunque podamos comprar todo ese papiro, y tú tengas la voz y
yo la fuerza suficientes, ¿quién va a copiarlo? Hemos de tener garantizados un
centenar de ejemplares antes de poder publicarlo, y en esas condiciones ¿cómo
vamos a obtener derechos de autor?

Mi hermano pensó durante un rato. Luego dijo:

-¿Crees que deberíamos acortarlo un poco?

-Mucho -puntualicé, si esperas llegar al gran público.

-¿Qué te parecen cien años?

-¿Qué te parecen seis días?

-No puedes comprimir la Creación en sólo seis días -dijo, horrorizado.

-Ese es todo el papiro de que dispongo -le aseguré-. Bien, ¿qué dices?

-Oh, está bien -concedió, y empezó a dictar de nuevo-. En el principio... ¿De veras
han de ser sólo seis días, Aarón?

-Seis días, Moisés -dije firmemente.

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